La
vida es un regalo de Dios para nosotros y la tenemos que vivir con toda
dignidad. A lo largo de nuestra breve existencia, experimentamos momentos de
alegría, tristeza, entusiasmo, decepción, enfermedad y salud. En algunas
ocasiones, la vida puede parecer cruel. Sin embargo, somos los capitanes de
nuestro barco y debemos llevar la nave hacia puerto seguro.
Hoy
en día, vivimos en una sociedad muy competitiva y egoísta, con un buen número
de personas que ya han perdido la esperanza en un futuro mejor, hecho generado
por las falsas expectativas creadas en nuestra imaginación, la existencia de un
mundo perfecto y utópico.
No
todo es amor y flores, tampoco existe un manual de instrucciones; la vida viene
con un paquete completo, en el que de un lado de la moneda está el amor, la
alegría, la victoria, y del otro lado la decepción, la tristeza y la Muerte. Se
compone de inolvidables momentos de optimismo y euforia, así como otros de
dolor y fracasos.
Así
es la vida y tenemos que adaptarnos y aceptarla tal como es. Debemos estar
debidamente preparados y capacitados para que cuando nos encontremos con un
nuevo obstáculo, tengamos los medios para superarlo de la mejor manera posible.
Usando las habilidades que tenemos, que están siendo pulidas durante nuestra
estadía en este mundo, no será tan difícil de lograr.
Dolorosas
derrotas son una gran oportunidad para repensar nuestra forma de vivir la vida.
Hay obstáculos que superar. Las tormentas pueden venir con fuerza, pero con el
tiempo se disiparán y desaparecerán.
Los
desafíos sólo hacen que la gente sea más fuerte, entonces debemos aceptarlos,
hacerles frente y superarlos. Teniendo en mente pensamientos positivos. Nos
sorprenderemos de nuestra fuerza interior y de nuestra facilidad para resolver
un problema dado, aunque haya sido imposible de resolver.
Tengamos
siempre en cuenta que a veces las mejores oportunidades vienen disfrazadas de
problemas. Lo que importa es saber que casi siempre existe una solución para
ellos. Nunca te rindas, después de todo, con Dios en el corazón, somos siempre
vencedores.
(Corrección ortográfica: Romina Vicensini)
Luís Fernando Bruno
2013
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