En una tarde de verano,
sentado en el parque,
bajo la sombra de un
árbol, recuerdo historias de un tiempo feliz.
Tiempo en el que los
pájaros cantaban y los niños vivía para jugar.
Momento en que había
verdaderos amigos y con ellos todo era divertido.
Pero el tiempo pasa y el
otoño expulsó a los pájaros.
De ahí que crecemos y
llegamos el invierno para quedarse para siempre.
Persiguiendo a nuestro
destino, no hay tiempo para cantar, hay varios compromisos, vivimos para
trabajar.
Pero un día, de repente
las aves regresan a sus nidos llenos de vida, nos volvemos a soñar como niños.
El corazón está
perdidamente enamorado, creció una flor floreció el amor.
Luego descubrimos que la
felicidad está en la simplicidad de viento...
En el calor del alma y
los pequeños detalles de un colibri!
Luís
Fernando Bruno
2015